martes, 20 de diciembre de 2011

Dudas Existenciales

Mago, es como alguna vez la humanidad le llamó a quienes manejaban el arte de poner en el mecanismo de la semiosis, palabras que significaran algo más allá de toda circunstancialidad. Ese arte, poco a poco fué desapareciendo, y aunque algo se le reconozca a los filósofos, literatos, y científicos humanistas, debemos aceptar que ellos todo lo ven ya muy empañado. El arte de la magia en sí, de convocar con palabras generalidades más allá de cualquier proceso, ha desaparecido. Probablemente, como reflejo del retorno del ser humano a la irracionalidad.

lunes, 19 de julio de 2010

CIUDAD CIUDADANÍA

a) Conceptos teóricos:

Ya desde su origen etimológico, la palabra “civilización” significa lo mismo que “ciudadanía”. Esto es, perteneciente a una sociedad que delimita su entorno geográfico de una forma particular y designa a cada individuo que lo conforma un rol específico para garantizar así la sobrevivencia del colectivo. Aristóteles, al plantear su idea del estado, hace énfasis en la conformación ideal que debe tener, las medidas del espacio público, las clases sociales entre los ciudadanos los derechos y consecuentemente la educación que debe proporcionarse a quienes lo conformen.

Para el pensamiento griego, el estado y la ciudad son una misma cosa, considerándose como orden absoluto lo que desde allí se plantee. Su relación con el exterior, es la competencia militar y comercial con otras ciudades-estado, con quienes compartiera una misma lengua, hábitos y tradiciones. Para garantizar su continuidad se plantea como una necesidad la supresión o asimilación de los “países bárbaros” y el dominio de la naturaleza por medio de la técnica. Quien sea participe de la milicia, el comercio, la técnica o la enseñanza de los principios de sus mejores hombres, tiene derecho a llamarse ciudadano.

Sin embargo, la ciudad-estado original de los griegos fue pronto superada conforme la guerra y el comercio los llevaron al imperio, lo que dio lugar a la idea romana de ciudadanía como un concepto más “inclusivo”, que ya no consiste en un estado homogéneo de prácticas y valores, sino en un ejercicio de la “prudencia” por parte de los ciudadanos, y una correcta administración de la justicia bajo responsabilidad del estadista.

El desarrollo de una civilización y su consecuente modificación del entorno están ligados por la cosmovisión que nazca del colectivo Si para los griegos de la antigüedad un ciudadano era otro semejante, todo aquél con quien se compartía un mismo espacio y cultura, para los romanos, en cambio, es simplemente otro habitante sujeto a la misma ley. La historia nos ayuda a comprender ésta diferencia como un cambio que ocurre según las formas de supervivencia de cada cultura. Así, los “pueblos bárbaros” no llegaron a conformar ciudades, debido a que originalmente obtenían sus recursos a partir del pastoreo y la recolección. Siendo la guerra su principal forma de interrelación con otras culturas. Mientras, el mito del nacimiento de Roma como una sociedad agraria a partir de la delimitación de un territorio para el cultivo obligó a que las labores se repartieran entre múltiples individuos asentados sobre un mismo territorio. El nacimiento del imperio como tal, es una mezcla de ambas visiones del mundo: la beligerancia hacia el exterior gracias a un “ejército bárbaro” y el orden interno garantizado por una estricta aplicación de la ley.

Sin embargo, el desarrollo del comercio fue borrando las diferencias entre distintas civilizaciones. Y una vez se comprendió que el universo no terminaba abruptamente donde la ciencia ni la técnica dejaran de tener control, la guerra dejó de verse como el principal motor de la historia y nació entonces la idea de ciudadanía como humanidad. Muchos han sido los debates en torno a éste punto.

Se plantean entonces dos cuestionamientos: ¿No es más bien que la visión comercial de todas las relaciones humanas terminó por imponer un tipo de orden en particular en perjuicio de otras culturas ajenas al desarrollo del capitalismo? ¿De qué manera debe plantearse entonces el orden para una mejor convivencia entre seres humanos. si el mismo capitalismo ha hecho uso de la guerra?

b) ¿Habitante o ciudadano?

De la manera más amplia, sociedad es como definimos a un conjunto de seres vivos con características en común, que se organizan para conseguir un mismo fín: La supervivencia. De la forma en que ésta organización se lleva a cabo depende la satisfacción de las necesidades de los individuos que la conforman, pero ésta forma a su vez, está determinada por las cualidades intrínsecas de cada uno. Los otros animales cuentan con mecanismos fisiológicos que los enlazan tanto a su entorno natural como al resto de su misma especie, lo que desde nuestra perspectiva llamamos “instinto”. El ser humano, en cambio, se encuentra virtualmente, desconectado de su entorno natural, y cuenta sencillamente con una capacidad de memoria mayor a la de muchos animales, capaz de modificarse según el entorno. Esta situación que lo coloca inicialmente en desventaja, le permite generar más tarde un código con todo lo que logra “aprhender “ de su entorno, y es lo que después de tantos miles de años, concebimos como “lenguaje” . Esto lo que posibilita que en conjunto, la humanidad acumule “conocimiento”. Este conocimiento es de donde el ser humano parte para modificar su entorno. Y dado que no nace con las conexiones neurofisiológicas que tienen los otros animales, se transforma a sí mismo al modificar su entorno de forma contínua.

Básicamente, podríamos decir, que toda construcción humana está hecha para protegerse de la naturaleza, delimitándola, nombrándola, transformándola. El único acceso a la naturaleza que el ser humano tiene después de transformarla, es su propio cuerpo, y es de éste punto de donde parten todas las ideologías que pretenden definir una “idealidad de ser humano”, lo que conocemos tanto como “religión”, “filosofía”, “política” o “pedagogía”.

En principio las primeras edificaciones humanas, tuvieron como objetivo procurar la transmisión de los conocimientos que han hecho posible transformar la naturaleza. Templos, teatros o campos de juego, son anteriores a la casa de habitación, pues funcionan como referentes para toda una comunidad organizada que ve en ellos el reflejo de su cosmovisión. A las primeras “ciudades”, diseñadas a partir de concepciones religiosas y astrológicas, les sucede la ciudad imperial, donde el comercio ha reemplazado a la técnica como organizadora del espacio público y posibilita la existencia de una clase dominante, que desligada ya de los roles en torno a un tipo particular de trabajo, recrea para sí misma un sitio de esparcimiento. Los jardines, plazas, balnearios y cotos de caza, nos hablan ya de una sociedad jerarquizada, con milicia, religión y comercio, al servicio de una administración pública con tiempo de ocio, pero sin espacio para el mismo.

Al menos en los países más desarrollados, no existe hoy la acumulación de suciedad y tóxicos que hace poco más de un siglo hizo perecer a cientos de obreros, pero existe un estricto control del espacio privado. Las empresas pagan ahora seguro por la salud de sus empleados, pero los someten a pruebas de polígrafo periódicamente. La “panopsis universal” de que hablaba Foucault, es ahora un hecho, sin que haya un centro de poder tras este tipo de control. Los derechos de propiedad intelectual pueden muy bien sustituír algunas de las garantías civiles; pero el ciudadano, propietario y soberano de su propia empresa, goza cada vez de menos libertad.

c) Cultura y ciudad, modelos de arquitectura basados en la economía.

Las ciudades Barrocas, que desplazaron a la ciudad amurallada de la edad media, tienen su propia historia; Jean Paul Sartre en su “Crítica de la Razón Dialéctica”, nos habla un poco sobre la distribución de espacios en una ciudad y su relación con la forma en que ésta se ha desarrollado. Nos pone como ejemplo ciudades de Europa y Estados Unidos, apuntando, que ciudades como Roma y París se desarrollaron a partir del campo, y en consecuencia, su orden es más aleatorio: los campesinos, comerciantes y obreros urbanos conviven en el mismo barrio. Situación que si bien puede acrecentar los contrastes, generan formas de coexistencia. En éste tipo de ciudades, el comercio se ubica al centro y los edificios gubernamentales en la periferia. Los Estados Unidos en cambio, donde la ciudad se ha desarrollado para asegurar una conquista, es otra variante de la ciudad medieval, construida para dominar el campo a su alrededor. Originalmente estaban fortificadas, con áreas asignadas para los colonos y para aborígenes, un área de comercio y otra de habitación bien delimitadas. En éste tipo de ciudades, el comercio se ubica en la periferia y los edificios de gobierno al centro.

Sin embargo, el ideal burgués de un espacio habitable pronto fue reemplazado conforme los medios de producción se alejaron de la coexistencia con la naturaleza. Lewis Mumford, en su libro “Historia de la Ciudad”, hace una revisión histórica de la forma en que la sustitución de los gremios artesanales por la fábrica y la de las prácticas agrícolas por las prácticas mineras generó en los últimos dos siglos, cientos de ciudades insalubres, construidas para albergar máquinas antes que personas, donde cada familia tenía derecho a una sola habitación, el ferrocarril era más importante que el agua potable y los gremios de obreros actuaban incentivados por el utilitarismo y la realización de la empresa individual.

Quizá la más acerba crítica más acerba a éste modo de diseñar el espacio habitacional sea el que hace Guy Debord en “La Sociedad del Espectáculo” cuando nos dice que “el esfuerzo de todos los poderes establecidos después de las experiencias de la Revolución francesa para acrecentar los medios de mantener el orden en la calle culminará finalmente en la supresión de la calle.”

Ciertamente, la ciudad industrial es ahora mucho menos insalubre que a principios del siglo pasado. Hoy en día existen reglamentos destinados a mejorar ésas condiciones que dañaban la salud y la convivencia de los trabajadores. No obstante, su tardía aplicación en los países menos desarrollados. El espacio ahora se diseña para garantizar el consumo y producción. Los sitios de esparcimiento se ven suplantados por centros comerciales, las tabernas por parqueos, las canchas por gimnasios. Todo como un esfuerzo por aislar a un individuo de otro, para continuar con la atomización de los esfuerzos individuales dentro de una sociedad que se regula ahora por medios electrónicos. En palabras de Debord: “ La ciudad no ha podido ser hasta ahora más que el terreno de lucha por la libertad histórica, y no su posesión. La ciudad es el medio ambiente de la historia porque es a la vez concentración del poder social que hace posible la empresa histórica y la conciencia del pasado. La tendencia actual a la liquidación de la ciudad no hace en consecuencia más que expresar de otra manera el retraso de una subordinación de la economía a la conciencia histórica”.

jueves, 3 de septiembre de 2009

LA FILOSOFÍA Y EDUCACÓN TRADICIONALES

LA FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN TRADICIONALES

BASES ANTROPOLÓGICAS

Desde su origen griego, el pensamiento occidental intentó formalizar un concepto de lo que significa Ser Humano, ya refiriéndose a sus características inmutables como ser vivo, ya enfocándose en lo que en él varía através de la cultura. Estableciéndose desde Parménides a Platón, pasando por Heráclito, la dicotomía que através de los siglos ha marcado todas las estructuras sociales planteadas por ésta cultura.

Platón define al ser humano como un impulso de conservación, al igual que todos los animales; con una inteligencia, que abarca tanto la memoria como el conocimiento técnico; y un alma o espíritu, que discierne entre los diversos conocimientos, y le impulsa hacia diferentes actividades.

Tenemos así que según èste modelo, actividades tales como las de comer, crecer y reproducirse, corresponden a las funciones nutritivas del alma. Sentir, moverse y desear, son funciones sensitivas; imaginar, percibir emociones y recordar son funciones apetitivas. Mientras que pensar, es la función racional que distingue al ser humano del resto de animales, la prueba del alma.

De aquí parte Aristóteles para distinguir las actividades del alma como nutritivas, sensitivas, apetitivas o racionales, según sea el fín al persiguen.

La cuestión que sigue, es ya de orden metafísico: la finalidad que tiene la acción humana, pues si se acepta que su existencia es, como dice Platón una verdad “necesaria”, su fín es llegar la realización plena de todas sus facultades. Pero si la finalidad de la alimentación es la nutrición y la del ejercicio el desarrollo del cuerpo, ambos considerados como bienes tangibles, el hambre y la necesidad de movimiento no son “Disposiciones del espíritu”, sino más bien apetitos que la naturaleza pone en todos los seres vivos.

Aristóteles considera el alma como una actualización de las potencialidades del cuerpo (a diferencia de Platón, él considera el razonamiento como una cualidad física del ser humano). Y haciendo una analogía entre las potencialidad y la forma que reconoce en los acontecimientos de la naturaleza, hace del Bien una finalidad inmanente del hombre. Pues la finalidad del hombre en cuanto que tal, es alcanzar el pleno ejercicio de las aptitudes de su alma. La felicidad, es entonces no un estado de ánimo, sino el equivalente del bien, un bien específicamente humano, que debe durar toda la vida.

Es entonces necesario guiarse por una razón práctica, el orden social debe ser planteado procurando el bien común, atendiendo siempre al desarrollo individual. (eudemonia, según Sócrates, que fue el maestro de ambos). ¿Pero cual es ése bien y ésa igualdad de desarrollo que hace la felicidad de todos los individuos? no basta con satisfacer los apetitos, pues las facultades apetitivas de unos compiten con las de otros. y como Aristóteles intentará demostrar más tarde, en su Etica a Nicómaco, la felicidad de cada hombre, aunque sea causa de un bien mayor para el estado, es algo que no apunta hacia normas generales de conducta. Lo Justo y Lo bello de Platón jamás llegan a unificarse en un Bien Absoluto, sino que depende, en todo caso, de cualidades innatas, que lo inclinan o separan de la vida contemplativa, otra idea de bien, plantado de acuerdo al orden aristocrático de las ciudades griegas.

EXCELENCIA Y VIRTUD

Dado que el comportamiento en el ser humano es resultado tanto de las disposiciones naturales de cada individuo como de los conocimientos adquiridos por quienes nos antecedieron en su interacción con la naturaleza (y por consiguiente deben ser transmitidas de una generación a otra), las definicione de Ser humano oscilan entonces entre posturas esencialistas o teleológicas:

a) como un retorno a las preguntas de partida, acerca de cuáles son las caracerísticas y potencias qué un ser humano necesita para alcanzar una vida individual plena y felíz, o bien,

b) en cuanto a la fínalidad que se persigue, o sea la conservación del estado.

Ya establecidas una jerarquía, una estructura de poder y un orden social, el problema que sigue es cómo mantenerlo. No basta con hacer leyes para castigar a quienes rompan el orden, se necesita también crear normas de conducta que permitan conservar el orden ante las presiones exteriores al núcleo social. Por ello, son quienes detentan el poder los primeros en plantear el problema. Tal fué Platón, quien se pregunta ¿Qué características son las que debemos perpetuar en los nuevos ciudadanos? ¿Son éstas características innatas que puedan ser moldeadas o simples actitudes que deban ser aprhendidas?.

Desde su diálogo Laques, Platón nos habla de dos padres que han presenciado el combate de dos hombres en armadura. Y que preocupados por la educación de sus hijos, preguntan a Sócrates si deben enseñarles ése arte, y cuáles son las otras artes y actividades recomendables para el hombre joven. De aquí en adelante, el díálogo se desplaya explicando qué es el valor, y concluye, muy acorde con las ideas políticas de Platón, que la milicia es recomendable porque contribuye a desarrollar el cuerpo y el espíritu, además de que en éste arte se funda la seguridad del estado.

Más tarde, Aristóteles llega a considerar la pedagogía como un instrumento del estado, al afirmar en su doctrina política que un estadista es alguien que contando con las virtudes necesarias, vela por el perfeccionamiento de los ciudadanos.

Si tomamos en cuenta que Sócrates fue condenado a muerte a causa de un conflicto de orden “pedagógico” (se le acusaba de ser un mal guía para los jóvenes atenienses). Podemos reconocer en éste hecho histórico uno de los primeros problemas planteados por las necesidades prácticas de la vida social ante la retórica sofista o el deliquio místico de atenienses. un conflictos por el control del saber y que dá cuenta el origen de la educación como una institución creada para reproducir el orden social.

El cultivo de cualidades que puedan llamarse exceletes es parte del bienestar individual y social, pero la importancia de adquirir tales cualidades o habilidades está en su ejercicio. De allí, que el término Areté, sea empleado en diferente sentido de Platón a Aristóteles, pues si para Platón significa una disposicón de ánimo a realizar lo correcto, como traducimos hoy en día “virtud”, para Aristóteles en cambio, la Areté es más bien vivir en el permanente ejercicio de la virtud, en todo caso, la durabilidad del bien viene a sustituír la felicidad. (a la disposición, Aristóteles le llamará Hexis).

El problema radica en que todas las facultades y funciones del alma pueden realizarse bien y de forma excelente, pero aún aquéllas actividades que no tienen origen en el razonamiento y son innatas en el ser humano (funciones apetitivas) pueden realizarse mal. El saber qué hacer para vivir bien es una facultad innata, nos dice Platón, unos hombres nacen con ésa predisposición y otros no. De donde surgen las diferentes funciones sociales y el orden del estado. La cuestión adquiere cierto carácter psicológico cuando Platón se pregunta en el Cratilo, sobre cómo llega el entendimiento a captar la esencia de ésas cosas, ¿Existe un raciocinio natural que preceda a la conciencia o es esta un resultado de la socialización?

Todos los filósofos han tratado el tema de forma ambigua. Para Platón, es obligación del propio individuo alcanzar el perfeccionamiento de sus facultades para el bien de sí mismo y de los demás (puede entonces haber personas con buenas cualidades innatas y sin embargo, no ejercerlas nunca como virtud).

Aristóteles por su parte, resuelve que hay dos modos distintos de razón, una teórica y científica, que genera conocimientos y distingue la verdad, capaz de ser modificada para un buen ejercicio del pensamiento, y otra más bien práctica, deliberativa, acerca del qué hacer, que rige a la moral, y es innata, por lo que no puede ser enseñada pero sí ejercitada. (Aristóteles nos dice que los niños no pueden ser felices, ya que no tienen el entendimiento necesario para juzgar si viven bien).

San Agustín y Kant se contarían entre los partidarios de Platón. Rosseau, Dewey y S.Mill. estarían entre los de Aristóteles.

Ambas posturas, aunque con diferentes aplicaciones, admiten una razón innata en el ser humano, y concuerdan en que es necesario ejercitar y desarrollar las cualidades naturales, así como aprender las habilidades con que se cumplen funciones dentro de la sociedad. El modo en que éste desarrollo se lleve a cabo, es parte de los diseños curriculares.

¿ARTE, HABILIDAD O CIENCIA?

Platón nos habla de varios tipos de excelencias: a) Las que se pueden transmitir através del aprendizaje. b) Las que se adquieren con el ejercicio. c)las que son innatas o connaturales. Y d) las que se reciben como un don de la suerte o los dioses.

El perfeccionamiento conlleva entonces diversas disciplinas, unas encaminadas a dirigir las facultades apetitivas y nutritivas, otras encaminadas a producir los bienes y útiles necesarios para la subsistencia; y otras cuya finalidad está en discernir cuáles son los deseos y conductas que deben realizarse, de cuya valoración, práctica y enseñaza se encargan los modelos educativos.

A la razón teórica le corresponde entonces decidir qué cosa es o no congruente con el estado, los individuos y la naturaleza, y las disciplinas que ayudan a desarrollarla serán la mátemática, la física, la teología y la metafísica. Tales disciplinas, aunque son consideradas un bien en sí mismas, no precisan ser llevadas a la práctica según el pensamiento griego, ya que su fín consiste en alcanzar la verdad y encaminar al hombre de estado hacia la contemplación.

La razón práctica, en cambio, cuyo fín es el conocimiento, que atañe a saber qué hacer y como hacerlo, tiene por disciplinas todas las que abarque el término praxis, pues su finalida está en crear (poiesis) bienes al servicio del hombre y producir conocimientos que le ayuden a subsistir, tales como los oficios, las artes, la enseñanza y la medicina. Estas disciplinas no tiene otro fín que realizarse correctamente, y su excelencia viene en función del prodúcto fabricado o el fín al que propenda. Es aquí donde nace la moralidad, la eupraxis. Saber discernir si es correcto hacer o no la guerra, si es necesario o no construír barcos, o practicar tal o cual tipo de enseñanza. Se convierten en nobles, cuando su fín sea noble.

Esta división de los diferentes grados de la razón y las maneras de llevar a cabo las actividades del hombre dentro del estado prevaleció tanto en Grecia como en Roma. Y configuró la división entre educación práctica y educación teórica; o entre educación moral y educación física según el positivismo. Estructura que perdura en diversos modelos educativos hasta nuestros días.

Según Aristóteles, la educación teórica abarca las ciencias antes enumeradas, pero interactúa con la razón práctica dictando las normas que se han de seguir de acuerdo con silogismos categóricos. Debe partirse de principios racionales, pero también nos dice que tales principios no necesariamente deben ser llevados a la práctica, y el buen ciudadano debe seguir consejos y actuar según sus deberes para con el estado, tomando como guía para sus acciones cotidianas el justo medio, que consiste en un relativismo que deja la decisión final a cargo de los dones naturales con que cuente cada individuo.

De ello deviene que la educación tórica se preocupe básicamente de la demostración de axiomas, que fueron de carácter lógico en el pensamiento griego y teológico en la retórica medieval. Pues la educación práctica, ligada a la manera de hacer las cosas, alacanza su perfección en la poiesis, o sea la técnica. Para las ciencias que parten de demostraciones racionales, pero que tienen una praxis específica, tales como la medicina, la arquitectura o la jurisprudencia, dicha perfección se llamará arte. Tanto para el pensamiento griego como para el greco-latino, se admite entonces una interacción constante entre la razón práctica, la ciencia y la moral.

Sin embargo, ya fuese por la debilidad de la estructura política romana alrededor del año 200 a.c, o bien la estrecha relación mantenida por el imperio bizantino con Persia durante los quienientos años posteriores, lo cierto es que el pensamiento grecolatino fue cediendo ante otras formas de pensamiento que confluían bajo el imperio, y que tenían su fundamento en experiencias místico-religiosas; esto se ve reflejado a nivel interno en el nihilismo que caracterizó a los estoicos y neoplatónicos de la última época: una lógica que empezaba a dudar de sí misma bajo el influjo, tanto de la escuela neopitagórica (que nunca dejó de ejercer su influencia entre los sectores religiosos de roma), como de las preocupaciones místicas planteadas por guías espirituales provenientes del cercano oriente. Esto dio lugar a una educación moral basada en la sentencia y los comentarios al margen de textos àrabes, griegos, persas o judíos, y una formación teórica basada en las categorías planteadas para Aristóteles, utilizadas únicamente para la demostración lógica de dogmas religiosos.

Con el advenimiento del cristianismo y la escolástica se plantea una división más estricta entre razón y moralidad de la que alguna vez consideró Aristóteles. A partir de San Agustín, ya no es la verdad algo asequible por la razón, ni por la ciencia, sino más bien una especie de don divino. Una verdad dada a priori, algo que no se aprende, sino exige un retorno al primer principo, cuyo orígen habría que buscarlo no en Platón, sino en autores como Anaxágoras, cuando al hablar de primeros principios, no se refiere al principio de todos los tiempos, como lo hacen cristianos, neoplatónicos y zoroastristas, sino a la esencia de las cosas, al punto de partida de todo movimiento. Claro, la historia nos dice que los escolásticos desconocieron a los presocráticos.

Con Santo Tomás, que hace de Dios una finalidad, nace la idea del mal como una falta de la razón, y dado que Platón admitía que el alma tiene apetitos irascibles y concupiscibles, el fín primordial de la educación más que desarrollar habilidades, consiste en aprender a dominar los instintos, pues de una u otra forma, la obra de Dios habría de realizarse. Durante toda la edad media la razón debe plegarse a los principios de la fe, en tanto que la moral consiste simplemente en un apego a la tradición.

Hasta donde vemos aquí, el perfeccionamiento moral pierde relación con el desarrollo intelectual, pues no será hasta principios del renacimiento cuando se adopte la demostración práctica como una necesidad de la argumentación teórica, sentando así las bases de la ciencia moderna. Fue necesario que cientificos como Leonardo, Kepler y Galileo separasen durante el renacimiento los conocimientos técnicos de las ideas religiosas para que la enseñanza replanteara sus contenidos y desplegara nuevos métodos. Que combinados con la idea de desarrollo de todas las potencialidades humanas, planteada por la antigua Grecia, dio origen al moderno concepto de progreso.

Esta revisión que tuvo lugar hacia finales de la edad media, y que hoy podríamos considerar espiritualista, produjo un cambio sustancial en la epistemología y la hermenéutica, pues la tecnología ya bastante desarrolladas para ése entonces, se mezcló con creencias cosmogónicas y ante la falta de un orden político que asignara roles sociales, todo el conocimiento se vio forzado a adoptar simbologìas herméticas para ser transmitido. Muchas teorías planteadas por éste pseudo-conocimiento influyeron más tarde en ciencias puras tales como la matemática, biología, física y química, Persistiendo hasta hoy, al menos como forma de expresión en conceptos tales como “número irracional”, “evolución de los seres vivos”, “peso atómico” o “relatividad espacio-temporal”, son herencia de una cosmogonía mísitca que se valió de métodos científicos para realizar sus demostraciones.

Durante el siglo de las luces, Kant intenta liberar al hombre de las trabas impuestas por la iglesia a la razón y formula tanto su crítica de la razón pura como la de la razón práctica, siguiendo el esquema aristotélico. Pero buscando un nuevo concepto para regir la moralidad, simplemente sustituye la fe por la volulntad. Ya que según Rosseau, la moralidad es prodúcto de ésa verdad necesaria que sugiere la capacidad de pensamiento en el hombre y su necesaria orientación al bien.

Kant, no hablará ya de consecuencias lógicas, sino de imperativos de diferente orden: técnicos, o sea reglas de orden, pragmático, o prudenciales, que sirven para alcanzar la felicidad, y morales. Los dos primeros, técnicos y pragmáticos, reciben el título de hipotéticos. Pues solo tienen validez cuando hay un fín. Los morales, en cambio, tienen el título de categóricos. Y tienen validez fáctica dentro dentro del desarrollo social, no son cuestionables, pero sí pueden ser conocidos. Muy acorde con Aristóteles, para él las facultades mentales no son fruto del conocimiento, al que incluso llega a despreciar, sino del entendimiento, que es una cualidad racional innata (saber cómo hacer las cosas en lugar de qué hacer). Claro, esto habrá de considerarse un corolario del crieterio Kantiano que considera a la razón pura como consecuencia de la voluntad y la razón práctica, y acorde con Santo Tomás, da a la conciencia y la moralidad mayor importancia que a la ciencia o el conocimiento. (Tómese en cuenta que Kant, pese a que aplaudía la Revolución francesa, era prusiano, y veía la obediencia como un requisito del buen ciudadano).

A diferencia de Aristóteles, Kant sí concibe el progreso renovado y dá mayor importancia al conocimiento empirico sistemático y experimental. Aquí se encuentran ya referencias a la educación pública y privada, pues considera la crianza como parte de la educación privada, destinada a la formación física del individuo.

Se considera educación física a un complejo de actividades cuya función es desarrollar una voluntad firme y conciencia clara frente al mundo, que prepare al ciudadano tanto física como mentalmente. De aquí en adelante, la disciplina será uno de los ejes centrales de la educación positivista. Nos dice que el libre albedrío tiene dos caminos: La norma de la prudencia, (que implica pensamiento activo), y la de la moralidad (que implica obediencia). No obstante, no llega nunca a conciliarlos, pues tal como para Platón, el juicio (capacidad para incluír lo particular en lo general y visceversa) es solo un talento particular, que puede ejercitarse pero no enseñarse.

La disciplina cumple así una función casi negativa en su totalidad. Es decir, se concentra en eliminar los efectos no deseados más que en formar el carácter del educando. Afirma que la labor de la disciplina es liberar la voluntad de la tiranía del deseo. Es decir, es importante para Kant que los niños aprendan la obediencia pasiva y la sumisión. Deben aprender a no cruzarse con la libertad de los demás.

Ya adquirida ésta disciplina, el educando debe entonces adquirir valores culturales, que consisten en conseguir para sí mismo bienes duraderos en su relación con los demás, lo que él llama desarrollo de habilidades y adquisición de talentos. Aunque no especifíca cuales son. Hace eso sí, diferencia entre talentos corporales, como la agilidad, fortaleza, equilibrio, e incluso el desarrollo de oficios y artes prácticos que contribuyan a darle valor al individuo dentro de la sociedad. Y otros, que tienen que ver con la aptitud de los sentidos para reconocer el arte, pues a diferencia de Aristóteles, que pensaba que las disposiciones de los sentidos eran innatas, él afirma que la percepción puede ser modificada por el conocimiento. Kant incluso llega a afirmar que la imaginación también puede ser educada. Las facultades de la mente no se hallan como acervos de conocimiento sino como talentos. Para él, hay solo conocimientos históricos y racionales. Que sería la dstinción que hoy hacemos entre ciencias humanística y técnico-científicas. No incluye dentro de éstos conocimientos la teología ni la metafísica.

Toda esta preparación tiene como finalidad la prudencia y la moralización de los individuos, en donde los actos morales ya no serán considerados en cuanto al fín que persiguen, sino como un bien en sí mismos, posición en la que continúa la versión aristotélica.

Pese a todo, encontramos en Kant una diferenciación distinta de valores en cuanto a fines. Nos plantea que hay una educación práctica, cuyo fín es el cultivo tanto de la mente como el cuerpo. Pero hay un adiestramiento moral, que consiste en alcanzar la libertad. Esto se corresponde con su teoría del Fenómeno y el Nóumeno, es decir, según la escolástica, la existencia física y la existencia del alma.

No podemos, sin embargo, deducir de ello que Kant halla tenido inclinaciones religiosas, pues constantemente señala a la metafísica como un vicio de la razón. Aunque termine por fundamentar su criterio de la moralidad en la existencia de Dios, nos dice claramente que sólo alcanzando la moralidad por la vía de la razón podemos preocuparnos por la religión.


A MANERA DE CONCLUSION:
La educación tradicional, parte de una definición de Ser Humano que separa el instinto de las capacidades cognitivas.
Al ser planteada desde las estructuras de poder, tiende a considerar las habilidades prácticas de forma peyorativa. Enalteciendo en cambio la contemplación y la elaboración de ideas abstractas.
Aunque sus contenidos se ordenan de acuerdo a un sistema de pensamiento centrado en buscar analogías y diferencias, las categorías que plantea se vuelven metafísicas al intentar explicar la esencia de las cosas y el fín del movimiento, dos dudas comunes tanto a oriente como occidente.
Ya que presupone al Estado, sus criterios morales se basan en el dominio del instinto y la persuasión de la voluntad através del razonamiento.
Al no encontrar explicación lógica a los fenómenos, tiende a crear categorías vacías, que dan cabida tanto a ideas místicas, religiosas, y hasta científicas.
Tiene por valores a seguir: La prudencia, la fortaleza física, el dominio de los sentidos, la obediencia, la habilidad retórica, y el ejercicio de la razón más que de la técnica.

miércoles, 7 de enero de 2009

GRIMA DEL AMANECER

El café de ésta noche se ha teñido de atentado. Afuera los gallos cantan, algunos camiones pasan a lo lejos por la carretera. Tiene razón Saint-exupéry, tiene razón Cortázar, ya nadie sabe crear lazos. Y a veces uno se encuentra realmente ab-zurdo hablando consigo mismo por la calle ante la maraña inmensa de los hilos, hilos de toda clase, de cabellos, de telarañas, y hasta de tripas.
Tal vez el problema sea que nuestra imagen del mundo nunca logra coincidir del todo con él. Cruzan por ahí unas palabras: soledad, cansancio, hastío, hambre. Suelen ser el mundo. Allí encuentro a muchas personas, gente que dibuja, silba, escribe, gente que me vé con insistencia. Pero cae la noche y nuevamente soy el no-individuo, el que se ata a la realidad mediante leves hilos, con ésa levedad tan parecida a la muerte, cuando en el extremo de cada hilo cuelga una máscara distinta, y la conciencia oscila en el vacío.
La locura más universal y mejor difundiad de todas es la que pretende reemplazar la muerte concreta individual por una muerte abstracta universal. Y no digo esto porque le tenga fé a la muerte, que eso es un asunto de religiosos, sino porque aún así no hubiese tiempo o conciencia, es la existencia lo que se termina, y es ahí donde es necesario nuevamente levantar la piedra, la estúpida piedra, y lanzarla sin saber si ha de romperse finalmente la delicada urdimbre que va hilándose en el tiempo con cada uno de nuestros actos.
A lo mejor al escribir no haga nada distinto de lo que hacían los adivinos chinos revolviendo palitos en una caparazón de tortuga, una manera de multiplicar el azar; Y el pensamiento es quizá como ése péndulo, oscilando entre un punto cualquiera de la conciencia y otro de ése medianamente comprendido y que llamamos tan poéticamente "universo". Si no fuera porque ese otro punto en la conciencia es también desconocido todo sería más fácil de entender.
Me suspendo idiotizado mientras desfilan frente a mí las horas, si leo lo mismo que invento no tiene sentido que tenga aúnn la luz encendida, ni estar despierto a estas horas. A veces las circunstancias solamente son el hábito a la oscuridad, una oscuridad hecha de íntimas carencias, que parecieran no tener importanica, pero que sumadas lentamente se convierten en una falsa imagen de libertad. (Estoy tratando de hacer una categoría entre la libertad y el libre albedrío y no me ha salido bien la cosa). Pero bien, el enredo solo es aparente, el tiempo transparente. Amanece otra vez, y camino con la niebla.

lunes, 21 de mayo de 2007

LAS MURALLAS INTERIORES

De la manera más amplia, sociedad se definiría como un conjunto de seres con características y fines en común, que están organizados entre sí para llevarlos a cabo. Necesariamente, esa organización implica una forma de comunicación entre cada uno de los individuos que la conforman. Son los medios empleados lo que define las características de la sociedad en cuestión.
Asì, los animales tienen estructuras neurofisiológicas para enlazarse, lo que determina su comportamiento y adaptabilidad con el entorno. En el ser humano, estas estructuras han desaparecido en su mayoría, y las que existen se ligan íntimamente a un medio muy diferente al de las hormonas y las conductas fijas que rigen el reino animal: El ser humano, desarrolla habilidades instrumentales y lenguaje.
Biológicamente, no pareciera ser un medio muy distinto al de las descargas eléctricas de las anguilas o los códigos químicos de las abejasy hormigas. Pero combinado todo con el desarrollo de instrumentos, o debido precisamente a ése desarrollo, el ser humano transforma el entorno de una forma muchísmo más amplia y profunda que otros animales. Hecho que finalmente, conlleva a la transformación periódica de las sociedades humanas, pues la transformación de la naturaleza no es un hecho reversible.
Este ciclo de retroalimentación activa, que no está bajo control de ningún individuo en particular, da origen a la tecnología, la cultura, y finalmente, la historia. Todas las características de la sociedad humana. Mientras el comportamiento animal es poco flexible, y está genéticamente regulado, el ser humano debe "aprhender" de sus semejantes a sobrevivir. Es entonces de su adaptación al colectivo y no de su adaptación al entorno natural, de lo que depende no solo su existencia, sino la conciencia que tenga del mundo.
La "Conciencia Individual" es por lo tanto un estado en que el individuo puede servirse de los conocimientos acumulados por el colectivo, para mantenerse en comunicación con sus semejantes y adaptarse a la sociedad en la que vive. si la comunicación se distorsiona, o el código utilizado es divergente, el individuo es aislado por el resto del grupo. Aunque éste hecho no implique necesariamente una falta de conciencia de su parte, es la no comprensión de las normativas sociales, lo que determina el métido de aislamiento y posterior "clasificación patológica".
Las capacidades cognitivas, pueden ser disfuncionales según varias causas:

- Incapacidad para reconocer una normativa de comportamiento.
- Desarrolo divergente o incompleto de una lógica del lenguaje y sus acciones dentro del colectivo.
- Conciencia incompleta o distorsionada de los contextos soc iales que rodean cada hecho comunicativo.
- Falta de correlaciòn entre los contextos de cada lenguaje (gestual, hablado y simbólico) y sus intenciones como individuo.
Para absorber o aislar las divergencias, la sociedad desarrolla instituciones: Insitiuciones Educativas para el aprendizaje de los códigos de lenguaje y comportamiento. Instituciones Penalizadoras, para la conducta divergente que pudiera resultar perjudicial para el colectivo. O benéficas, cuando se trata de limitaciones relacionadas con la capacidad física del individuo.
Debemos reconocer sin embargo, que no todas las insituciones garantizan el aprendizaje, el desarrollo de la voluntad o la conciencia de los individuos ante sus acciones sociales. En todo caso, hay formas de divergencia que se aceptan abiertamente, ya como un mecanismo de asimilación, o de reflexión colectiva. Métodos como el uso de la violencia, se aceptan dentro de los cuerpos de seguridad estatal, aunque se penalice en el plano privado. El lenguaje divergente, y no proposicional, se acepta dentro del campo del arte, pero se convierte en una forma de esquizofrenia en el plano privado. Y así, podrían seguir enumerándose nichos sociales para cada una de las características divergentes que el tiempo no ha logrado eliminar en los individuos que conforman al colectivo humano. (Quizá por éso haya tanta prisa por decodificar el DNA humano).
Poco se ha reflexionado sin embargo, en que la llamada "Patología" no es una característica dañina para el colectivo (pues de otro modo ya hubiera sido eliminada), sino una consecuencia de la institucionalización de las funciones orgánicas de un individuo dentro del colectivo. El individuo de conducta divergente no "Padece", ni "Delinque", sino que se le enferma y se le criminaliza para sostener la disfuncionalidad de las instituciones sociales.
El inadaptado constituye un reflejo de la incpacidad de las insitituciones para integrar un colectivo más orgánico. Mientras la incapacidas se aísla o integra, la "anormalidad" solo puede ser penalizada o recluída, dependiendo del rango de códigos a los que no responda el individuo.

domingo, 1 de abril de 2007

PROYECTO PERSEFONE

Si de cada diez personas, cuatro tienen proclividad a ser bipolares, ¿Por què seguimos sosteniendo un mundo hecho para los diestros?